Lobero Irlandés: El Poderoso Gigante de la Isla Esmeralda

El Lobero Irlandés, conocido en su tierra natal como Irish Wolfhound o Cú Faoil en gaélico, es una de las razas caninas más majestuosas y antiguas del mundo. Es un verdadero coloso de la naturaleza que combina una presencia imponente con un temperamento sorprendentemente gentil. Originario de Irlanda, este lebrel de pelo duro ha cautivado corazones durante siglos, no solo por su tamaño sin igual, sino también por su carácter afectuoso, leal y tranquilo. Desde su pasado como intrépido cazador de lobos y alces hasta su presente como adorado perro de compañía, el Lobero Irlandés encarna una historia rica y un espíritu inquebrantable que ha sobrevivido a la extinción y ha resurgido con más fuerza que nunca, consolidándose como un símbolo de nobleza y gracia canina.

La historia del Lobero Irlandés se remonta a miles de años, con evidencias que sugieren su existencia desde épocas tan antiguas como el Imperio Romano, donde era apreciado por su destreza en la caza de grandes bestias y su valor en el campo de batalla. Se cree que sus raíces se encuentran en perros tipo lebrel del mundo árabe, que llegaron a Irlanda con los celtas o a través del comercio. Sin embargo, la adaptación a las duras condiciones climáticas de Irlanda llevó al desarrollo de su distintivo pelaje duro y áspero, que le proporcionaba una protección esencial.

Durante siglos, estos perros fueron venerados en Irlanda, utilizados principalmente para proteger rebaños y aldeas de los lobos salvajes y los alces, de ahí su nombre. Su valor, fuerza y ferocidad en la caza de estas grandes presas le valieron un lugar de honor en la sociedad celta, donde eran símbolos de estatus y poder. Reyes, nobles y jefes tribales los poseían, y su posesión era un signo de gran riqueza y prestigio. Eran tan valorados que a menudo se regalaban a monarcas extranjeros como muestra de amistad o diplomacia. Se dice que en la antigua Irlanda, un Lobero Irlandés valía tanto como dos caballos y medio, lo que subraya su inmenso valor.

Sin embargo, a medida que la población de lobos en Irlanda disminuyó drásticamente debido a la caza intensiva y la deforestación, también lo hizo la necesidad de esta raza. Para mediados del siglo XVII, con la erradicación del último lobo en Irlanda, la popularidad del Lobero Irlandés decayó drásticamente, llegando al borde de la extinción. La cría se redujo significativamente, y la raza estuvo a punto de desaparecer por completo.

No fue hasta el siglo XIX, gracias a los esfuerzos dedicados del capitán del ejército británico George A. Graham, que la raza fue rescatada de las fauces del olvido. Graham se embarcó en una misión personal para revivir el Lobero Irlandés, reuniendo los pocos ejemplares restantes que aún mostraban las características de la raza original. Los cruzó cuidadosamente con otras razas que compartían linajes o atributos deseables, como el Deerhound escocés, el Gran Danés (para recuperar el tamaño y la sustancia) e incluso el Borzoi y el Mastín, para reforzar sus características, mejorar su salud y restaurar su esplendor original. Su meticuloso trabajo de selección y cruce fue fundamental para la supervivencia de la raza y para el establecimiento de su estándar moderno. En 1879, el Lobero Irlandés fue reconocido oficialmente por el Kennel Club del Reino Unido, y en 1955 por la Federación Cinológica Internacional (FCI), consolidando su lugar en el mundo canino y asegurando que este magnífico animal perdurara para las generaciones futuras. La historia del Lobero Irlandés es un testimonio de resiliencia y de la dedicación de aquellos que lucharon por preservar una parte vital del patrimonio canino y cultural de Irlanda.

El Lobero Irlandés es, sin duda, una de las razas más grandes y altas del mundo, una visión imponente que combina fuerza y gracia en proporciones majestuosas. Los machos pueden alcanzar una altura mínima a la cruz de 79 cm, siendo común que superen los 86 cm, e incluso se han registrado ejemplares de hasta 106 cm, lo que los convierte en los perros más altos del planeta. Las hembras, aunque algo más pequeñas, no son menos impresionantes, con una altura mínima de 71 cm. En cuanto al peso, los machos suelen oscilar entre los 54.5 kg y los 60 kg o incluso más, mientras que las hembras se sitúan entre los 40.5 kg y los 50 kg. A pesar de su imponente tamaño y peso, su constitución es sorprendentemente atlética y elegante, con una estructura ósea robusta pero que permite movimientos ágiles y fluidos.

Su silueta es la de un lebrel clásico, con un cuerpo alargado, que sugiere velocidad y resistencia. El pecho es profundo y bien desarrollado, lo que le confiere una capacidad pulmonar excepcional, vital para la resistencia en la persecución. La línea superior es ligeramente arqueada, contribuyendo a su perfil aerodinámico. Las patas son largas, rectas y musculosas, diseñadas para la velocidad y la potencia en el galope. Los pies son compactos, bien arqueados, con uñas fuertes.

La cabeza es larga y plana, con un cráneo no demasiado ancho y un hocico largo y ligeramente puntiagudo que se estrecha hacia la trufa, la cual siempre es negra. Sus ojos son pequeños, oscuros y almendrados, a menudo expresando una sabiduría profunda, una calma serena y una mirada bondadosa que contradice su tamaño. Las orejas son pequeñas y se pliegan hacia atrás en forma de rosa, llevadas con elegancia, similares a las de otros lebreles. La cola es larga, de inserción baja, gruesa en la base y se afina hacia la punta, llevándose ligeramente curvada y casi llegando al suelo cuando está en reposo.

El pelaje del Lobero Irlandés es una de sus características más distintivas: áspero, duro y de longitud media. Este tipo de manto, que se siente como alambre al tacto, le proporcionaba una protección esencial contra el clima adverso de Irlanda, la densa vegetación y las lesiones durante la caza. Es particularmente denso y hirsuto alrededor de las cejas y el hocico, formando una especie de «barba» y «bigotes» que le dan una expresión facial característica y noble.

La gama de colores aceptados es variada e incluye:

  • Gris: El color más común y tradicional, que abarca desde grises claros hasta tonos más oscuros.
  • Atigrado (Brindle): Un patrón de rayas oscuras sobre un fondo más claro, que puede ser gris, rojo o leonado.
  • Rojo: Tonos que van desde el trigo claro hasta un rojo intenso.
  • Negro: Un manto sólido y brillante.
  • Blanco puro: Aunque menos común, son perros de una belleza impactante.
  • Leonado (Fawn): Un tono dorado o beige.
  • Y cualquier otro color que se encuentre en el Deerhound escocés, lo que permite una buena diversidad genética.

A pesar de la dureza de su manto, el pelaje del Lobero Irlandés no requiere un cuidado excesivo, bastando con un cepillado regular (dos o tres veces por semana) para mantenerlo en buen estado, eliminar el pelo muerto y prevenir enredos. No es un perro que pierda mucho pelo, lo que es una ventaja para aquellos preocupados por la limpieza en el hogar. Un stripping ocasional (arrancado manual de pelo muerto) puede ser beneficioso para mantener la textura adecuada del manto.

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Cachorro de perro lobo irlandés llamado Fuko, de la perrera FESTINA, La propietaria es Hanna Woźna – Gil, Polonia. Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported license.

Si bien su apariencia puede ser intimidante debido a su tamaño, el temperamento del Lobero Irlandés es lo que realmente lo distingue y lo ha hecho ganarse el apodo de «gentil gigante». Son perros de una bondad, paciencia y tranquilidad excepcionales, que desmienten por completo su físico imponente. Su carácter es sereno, equilibrado y muy sociable, lo que los convierte en excelentes compañeros familiares y una de las razas más amables que existen.

Son extremadamente cariñosos y apegados a sus dueños, buscando constantemente el contacto visual y la cercanía de las personas que aman. Para ellos, la vida en familia es esencial; son perros que necesitan sentirse parte del núcleo familiar y participar en las actividades diarias. Una tenencia en una perrera, aislado de sus seres queridos, es impensable para esta raza tan social y afectuosa, ya que pueden desarrollar problemas de comportamiento relacionados con la ansiedad por separación o la falta de estimulación social. Su felicidad se basa en la compañía humana y la interacción.

El Lobero Irlandés es particularmente bueno con los niños, mostrando una paciencia y tolerancia notables. Son protectores por naturaleza, pero de una manera suave y observadora, prefiriendo interponerse entre un posible peligro y un niño antes que mostrar agresividad. Su naturaleza tranquila los hace poco propensos a la agresividad gratuita o a los ladridos excesivos. No obstante, son perros muy protectores con su familia si detectan una amenaza real. Su valentía ancestral emerge cuando sus seres queridos están en peligro, defendiéndolos con una determinación silenciosa pero firme si es necesario. A pesar de su instinto de caza inherente, son perros que suelen llevarse bien con otros perros y mascotas si han sido socializados correctamente desde cachorros. Sin embargo, debido a su tamaño, las interacciones con razas más pequeñas deben ser supervisadas para evitar accidentes involuntarios.

Son inteligentes y tienen una gran capacidad de aprendizaje, lo que facilita su entrenamiento. Responden bien a métodos de adiestramiento basados en el refuerzo positivo y la paciencia. Sin embargo, dada su naturaleza sensible y su desarrollo físico, la socialización temprana y un adiestramiento consecuente y firme (pero amable) desde cachorros son cruciales para asegurar que se conviertan en adultos bien adaptados, educados y manejables. Es importante recordar que, a pesar de su docilidad, su tamaño y fuerza pueden hacer que un perro sin la educación adecuada sea difícil de controlar en la edad adulta, por lo que la obediencia básica es fundamental.

No son perros de guardia en el sentido tradicional de «proteger la propiedad» ladrando a cada desconocido, ya que no suelen ser demasiado territoriales o ruidosos. Sin embargo, su mera presencia y su imponente estatura son a menudo suficientes para disuadir a intrusos. Son más bien «perros de presencia», cuya apariencia y calma inspiran respeto. En el hogar, son perros sorprendentemente tranquilos y poco activos, contentos con tumbarse cerca de sus dueños o disfrutar de una siesta. No son perros que requieran estimulación constante, sino más bien compañía y una rutina predecible. Su temperamento lo convierte en un compañero leal y equilibrado, ideal para familias activas que puedan ofrecerles el espacio y el tiempo de calidad que necesitan.

Lamentablemente, el Lobero Irlandés, al igual que muchas razas gigantes, tiene una esperanza de vida más corta que la mayoría de las razas caninas. Su promedio de vida suele oscilar entre los 6 y los 8 años, aunque algunos ejemplares, con excelente cuidado y buena genética, pueden llegar hasta los 10 años. Esta longevidad reducida es una consideración importante para cualquier futuro propietario, y se debe en gran parte a su rápido crecimiento y a la tensión que su tamaño ejerce sobre sus sistemas corporales.

Son propensos a ciertas condiciones de salud específicas de su tamaño y genética, por lo que es crucial que los dueños estén informados y sean proactivos en su cuidado veterinario:

  • Cáncer de huesos (Osteosarcoma): Es una de las principales preocupaciones en la raza y una causa común de muerte prematura. El diagnóstico temprano y las opciones de tratamiento (como la cirugía y la quimioterapia) son vitales, aunque el pronóstico suele ser reservado.
  • Cardiomiopatías: Diversas enfermedades cardíacas, como la cardiomiopatía dilatada (DCM), son frecuentes. Esta afección implica el agrandamiento y debilitamiento del músculo cardíaco, lo que lleva a una función de bombeo deficiente. Los chequeos veterinarios regulares que incluyan ecocardiogramas son esenciales para la detección temprana.
  • Torsión gástrica (Dilatación-vólvulo gástrico o GV): Debido a su pecho profundo, son altamente susceptibles a esta condición potencialmente mortal. Implica la acumulación de gas en el estómago y su posterior torsión, cortando el flujo sanguíneo. Es una emergencia veterinaria. Para reducir el riesgo, se recomienda dividir las comidas diarias en varias tomas pequeñas (2-3 veces al día), evitar el ejercicio intenso antes o después de comer, y considerar la gastropexia preventiva (cirugía para fijar el estómago) si lo recomienda el veterinario.
  • Displasia de cadera y codo: Si bien son menos comunes que en otras razas gigantes, pueden presentarse problemas articulares debido a su rápido crecimiento y su peso. Es crucial controlar el crecimiento de los cachorros y proporcionarles una nutrición adecuada.
  • Enfermedad de von Willebrand (vWD): Un trastorno hereditario de la coagulación sanguínea, similar a la hemofilia en humanos. Los perros afectados pueden tener sangrados prolongados. Las pruebas genéticas pueden identificar a los portadores y a los perros afectados.
  • Atrofia progresiva de la retina (APR): Una afección ocular degenerativa que puede llevar a la ceguera.
  • Problemas tiroideos: El hipotiroidismo (deficiencia de hormonas tiroideas) también puede afectar a la raza, causando letargo, aumento de peso y problemas de piel.
  • Shunt portosistémico: Una anomalía congénita en la que el flujo sanguíneo se desvía del hígado, impidiendo que el hígado filtre toxinas.

Un programa de cría responsable, que incluya pruebas genéticas y exámenes de salud exhaustivos de los progenitores antes de la reproducción, es fundamental para minimizar la incidencia de estas enfermedades hereditarias. Los dueños deben estar atentos a cualquier signo de malestar, cambios en el comportamiento o la energía, y realizar visitas veterinarias periódicas (al menos anuales, y más frecuentes en la vejez) para detectar y tratar cualquier problema a tiempo. La detección temprana y la intervención son clave para mejorar la calidad de vida y, en algunos casos, la longevidad de estos perros.

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Attila, Irish Wolfhound, propr. Mme Sylvie Saulue. Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported, 2.5 Generic, 2.0 Generic and 1.0 Generic license.

Dadas sus dimensiones, el Lobero Irlandés no es una raza adecuada para vivir en apartamentos pequeños o espacios reducidos. Requiere espacio para moverse, estirarse, jugar y simplemente existir cómodamente. Preferiblemente, necesita un hogar con un jardín grande y seguro donde pueda correr y explorar. Es crucial que el jardín esté bien vallado, ya que su instinto de lebrel puede impulsarlos a perseguir pequeños animales, y su velocidad y tamaño los hacen difíciles de detener una vez que deciden correr.

Si bien son perros tranquilos y perezosos en el interior, contentos con pasar horas en su cama o en el sofá, necesitan ejercicio diario y consistente para mantenerse física y mentalmente saludables. Esto no significa solo un paseo corto; requieren la oportunidad de galopar libremente en un área segura y controlada. Las actividades que les permiten desfogar su energía de forma explosiva, como correr en parques para perros grandes o campos abiertos (siempre con la seguridad de estar en un área controlada y sin riesgo de fugas), son ideales. Es importante esperar a que su estructura ósea se desarrolle completamente (generalmente hasta los 18-24 meses) antes de someterlos a ejercicios de alto impacto o carreras prolongadas, para evitar daños en sus articulaciones aún en desarrollo. Dos paseos largos al día, combinados con tiempo de juego en el jardín, suelen ser suficientes.

El cuidado de su pelaje es relativamente sencillo: un cepillado dos o tres veces por semana es suficiente para eliminar el pelo muerto, mantenerlo limpio y desenredado, y estimular la circulación sanguínea en la piel. Los baños ocasionales son adecuados, solo cuando sea necesario, ya que el lavado excesivo puede suavizar la textura de su manto. Se recomienda un stripping (arrancado manual del pelo muerto) profesional varias veces al año para mantener la textura áspera y característica de su pelaje. Es importante revisar sus orejas regularmente para detectar signos de infección y limpiar sus dientes para prevenir problemas dentales.

Debido a su delgada complexión y su gran peso, los Loberos Irlandeses pueden desarrollar callos en los codos y otras prominencias óseas si se acuestan mucho tiempo en superficies duras. Por lo tanto, es recomendable proporcionarles camas cómodas, grandes y bien acolchadas que les brinden apoyo y amortiguación.

La alimentación es otro aspecto crucial en el cuidado de un Lobero Irlandés. Como raza gigante, tienen necesidades nutricionales específicas y un metabolismo particular. Requieren una dieta de alta calidad, formulada específicamente para razas grandes o gigantes, que apoye su crecimiento óseo y muscular sin promover un crecimiento excesivamente rápido que pueda causar problemas esqueléticos. Es esencial consultar con un veterinario o un nutricionista canino para establecer un plan de alimentación adecuado a cada etapa de su vida, especialmente durante la etapa de cachorro, donde la sobrealimentación puede ser perjudicial. Como se mencionó anteriormente, dividir la ración diaria en varias comidas pequeñas (2-3) es fundamental para ayudar a prevenir la torsión gástrica.

Además de las necesidades físicas, el Lobero Irlandés también necesita estimulación mental. Aunque no son hiperactivos, disfrutan de juegos de inteligencia, entrenamiento de obediencia y la interacción con sus dueños. La falta de estimulación puede llevar al aburrimiento y, en algunos casos, a comportamientos destructivos, aunque esto es menos común que en otras razas.

Ser propietario de un Lobero Irlandés es un compromiso significativo, no solo en términos de espacio y tiempo, sino también económico, debido a sus mayores necesidades de alimento, medicación y atención veterinaria. Sin embargo, para aquellos que pueden satisfacer estas necesidades, la recompensa es un compañero inigualable.

El Lobero Irlandés es mucho más que su tamaño impresionante; es un perro con un alma noble y un corazón gigante que desborda amor y lealtad. Su presencia es un regalo en cualquier hogar que pueda satisfacer sus necesidades específicas de espacio, ejercicio, atención y cuidado. Son compañeros devotos, leales y cariñosos, capaces de establecer un vínculo profundo e inquebrantable con sus familias.

Aunque su esperanza de vida sea más corta, los años que se tienen el privilegio de pasar con un Lobero Irlandés están llenos de amor incondicional, momentos de paz, risas y la compañía inestimable de un verdadero «gentil gigante». Su majestuosidad, combinada con su carácter afable y su comportamiento tranquilo en el hogar, los convierte en una adición maravillosa para la familia adecuada. No son solo mascotas; son miembros de la familia que ofrecen una amistad inquebrantable y una presencia calmante.

Aquellos que tienen el privilegio de compartir sus vidas con uno de estos majestuosos perros atestiguan la increíble bondad, la dignidad y la serenidad que aportan a sus vidas, convirtiéndolos en una de las razas más queridas y respetadas del mundo canino. Poseer un Lobero Irlandés es una experiencia única y profundamente gratificante que deja una huella imborrable en el corazón.

«El Lobero Irlandés» de Julia Barnes: Aunque originalmente escrito en inglés, es considerada una de las obras más completas sobre la raza. Si bien la disponibilidad de una traducción al español puede variar, es una referencia obligada para cualquier entusiasta. Puedes buscar ediciones en librerías especializadas en animales o editoriales caninas.

«Guía completa del Lobero Irlandés» (Colección «Mi Perro» o «Raza a Raza»): Diversas editoriales españolas como Hispano Europea o Vecchi publican series de guías de razas. Es probable que encuentres volúmenes específicos o capítulos dedicados al Lobero Irlandés que cubran su historia, estándar, cuidados y salud.

«Crianza y Salud del Lobero Irlandés»: A menudo, los clubes de raza y asociaciones de criadores de Lobero Irlandés en España (como el Club Español del Lobero Irlandés) publican sus propios manuales, artículos o recopilaciones de información para sus miembros y el público interesado. Estos recursos suelen ser muy detallados y actualizados.

«Perros Gigantes: Cuidado, Adiestramiento y Salud»: Aunque no sea exclusivo del Lobero Irlandés, un libro que aborde las particularidades de las razas caninas gigantes (nutrición, problemas articulares, etc.) puede ser muy útil y complementario.

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